| Ese vago clamor que rasga el viento |
| Es la voz funeral de una campana: |
| Vano remedo del postrer lamento |
| De un cadáver sombrío y macilento |
| Que en sucio polvo dormirá mañana. |
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| Acabó su misión sobre la tierra, |
| Y dejó su existencia carcomida, |
| Como una virgen al placer perdida |
| Cuelga el profano velo en el altar. |
| Miró en el tiempo el porvenir vacío, |
| Vacío ya de ensueños y de gloria, |
| ¡Y se entregó a ese sueño sin memoria, |
| Que nos lleva a otro mundo a despertar! |
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| Era una flor que marchitó el estío, |
| Era una fuente que agotó el verano; |
| Ya no se siente su murmullo vano, |
| Ya está quemado el tallo de la flor. |
| Todavía su aroma se percibe, |
| Y ese verde color de la llanura, |
| Ese manto de yerba y de frescura, |
| Hijos son del arroyo creador. |
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| Que el poeta en su misión, |
| Sobre la tierra que habita |
| Es una planta maldita |
| Con frutos de bendición. |
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| Duerme en paz en la tumba solitaria |
| Donde no llegue a tu cegado oído |
| Más que la triste y funeral plegaria |
| Que otro poeta cantará por ti. |
| Ésta será una ofrenda de cariño |
| Más grata, sí, que la oración de un hombre, |
| Para como la lágrima de un niño, |
| ¡Memoria del poeta que perdí! |
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| Si existe un remoto cielo |
| De los poetas mansión, |
| Y sólo le queda al suelo |
| Ese retrato de hielo, |
| Fetidez y corrupción, |
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| ¡Digno presente, por cierto, |
| Se deja a la amarga vida! |
| ¡Abandonar un desierto |
| Y darlo a la despedida |
| La fea prenda de un muerto! |
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| Poeta, si en el no ser |
| Hay un recuerdo de ayer, |
| Una vida como aquí |
| Detrás de ese firmamento... |
| Conságrame un pensamiento |
| Como el que tengo de ti. |
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