lunes, 7 de febrero de 2011

Diario de viaje. Tel Aviv. Día 1.

Me he levantado a las 4 y media de la mañana.... Como comentaba en facebk volar mola, hasta que el despertador te suena a las 4 y media de la mañana con ese pi pi pi tan laboral. Me ducho, tomo mis chocos espolvoreados con nesquick y salgo a la calle. A los pocos segundos aparece Matías. Matías es un taxista al que conoce mi hermana.... Me dijo mi hermana.-No llames a radiotaxi, llama a un taxista que yo conozco, se llama Matías, le he llamado otras veces, es una persona de mi confianza. Cuando salgo, a los pocos segundos aparece Matías, en plan señor lobo, dispuesto a llevarme al infierno si es necesario. Muy diligente, me ayuda con la maleta y me lleva con él. Voy sentado detrás en silencio. Observando la soledad del que trabaja de noches. Recogen a un desconocido tras otro y mantienen conversaciones breves, deportivas y meteorológicas.

Llego a Manises, mi aeropuerto favorito. Es mi favorito porque todo esta cerquísima y lo encuentras en seguida. Nada más entro ya soy el primero para facturar la maleta y después en el control de seguridad unos alicaídos funcionarios me esperan para pasar el control de seguridad. También estoy yo solo. Este aeropuerto es una maravilla. Parece como si te lo abrieran pa’ ti. Para más fiesta de la comodidad mi puerta es la primera, justo al salir del control, y sólo tengo que volver a ponerme el cinturón., la chaqueta y sentarme en un banquito a esperar. Habre recorrido 40 metros desde el taxi a la puerta.

Al rato mientras leo a “Crónicas Marcianas” (biblioteca TSB) pasa por mi lado un chico francés en dirección a la papelera y se le cae un folleto de papel. Lo recojo y me dirijo a él para dárselo. El chico cargadísimo extiende el brazo para coger el folleto que le doy. De tanto cosa que lleva se le cae la coca-cola al suelo. Una mancha negra se extiende en el suelo. No parece haber nadie por allí y no tenemos ni papel ni nada. Me comenta que no me preocupe, yo me siento en el banco de nuevo y él trata de aclararse con todas las cosas que carga.

Al rato, mientras sigo leyendo un chaval del equipo de limpieza barre alrededor de mi banco muy enérgicamente, va azuzándome con la mopa, literalmente barriéndome los pies. Sabe que estoy implicado en el tema de la cocacola y va a darme por saco todo lo que pueda.No me deja leer. Pero antes de que nos detengan a los dos por pelearnos me voy a la cola que se está formando en la puerta, ya nos llaman a embarcar. En la cola hay gente muy diferente, alguna parisina escuchimizada, alguna culona española y alguno que otro chaval con el chándal del valencia. Encuentro mi asiento, tengo al lado a un hombre de unos 60 años con una barriga enorme (no acorde a las líneas de low cost y los tiempos que corren, seguro que ha tenido que pagar más), el pobre… como si tratáramos de meter un globo en una caja.... si se comprime para un lado se sale por el otro. Lleva colgados en su cuello más medallacos que MA y parece que es mas currista que del atlético de Madrid. A mi izquierda, un ejecutivo americano le da golpecitos al reposa brazos musicalmente o eso cree. Evaristo, el de la barriga, tiene ganas de hablar, y me mira de vez en cuando tratando de entablar una conversación. Al poco rato me pilla leyendo de reojo su periódico.

-¡Cómo está el país! – me dice en un suspiro con sabor a anís. En mis tiempos…-y hace una pequeña pausa para que el americano siga también su conversación- no teníamos crisis ni hostias, trabajábamos duro y ya está. Durante los sesenta setenta estuve trabajando en el puerto de Barcelona cargando cacharros de los de antes, no ahora con tanta maquinita. Claro que estaba yo joven y fuerte. Nos pasábamos allí todo el día cargando y cargando de sol a sol. Claro que ahora con tanto Internet y tanta cosa todo ha cambiado mucho. Pero está bien. Ahora… sabes lo bueno chico? Ahora se habla. Antes con Franco no hablábamos con nadie. Ahora Sarcosi habla con Zapatero. (zapatero lo menciona en un tonito que deja entrever que no es el presidente de sus sueños). Antes era todo muy hermético, no se hablaba. En fin. Las cosas han mejorado. Aunque ahora con tanto negro y tanto moro no sé cómo vamos a acabar. Su comentario racista no nos gusta y hasta el americano que habla “un poquito de español” lo ha pillado. Dejamos momentáneamente de escucharle y seguimos en nuestras cosas. Evaristo, un poco contrariado, se levanta, y nos pide que le dejemos pasar, va al baño dice. Al pasar por nuestro lado y a modo de venganza comienza la guerra química regalándonos un silencioso pero fétido pedo. La guerra química es muy difícil de combatir si no tienes el día. Sin embargo, el americano es un viajero de empresa. Los viajeros de empresa son gente que ya no duermen por las noches ni en su cama. Tienen muchisimas pesadillas… pensando que van a perder el vuelo o que la bandeja de la comida ha pasado mientras dormían. Son gente que desayuna en el mcdonals, come en KFC y cena en Burguer King para variar porque piensan que para una dieta equilibrada hay que comer de todo. En fin, están podridos por dentro. Cuando Evaristo vuelve el americano empieza a combatir la guerra química, desgraciadamente este tipo de guerra abrasiva es indiscriminada y yo a pesar de estar en el bando amigo también la sufro.

Una guiri pasa por el pasillo y como pequeño entretenimiento del vuelo, ya que no tenemos tele, le miramos los tres el culo. Para desgracia del americano, que está sentado al lado del pasillo, no se siente en la fila contigua. Sin embargo, tras ella llega una culona española lleva un maletón como equipaje de mano, ella es la culpable de tanta política estricta de las low cost. Mira a su alrededor para ver si algún caballero que le suba la maleta. Nuestro grupito, que seguimos padeciendo la guerra química preferimos sufrir en silencio y mirar para otra parte. La española con ese desparpajo tan de aquí engancha a un pobre chaval raquítico (que lleva puesto el chándal del valencia entero, hasta el reloj)…para que le suba la maleta, en fin alguien tenía que pagar el pato. Ella, mientras el chaval carga los bultos, está muy ocupada enviándole un mensajito a su hipotético boy para decirle lo muy independiente que es y agregando que la gente, la gente no sabe viajar. Una vez la marquesa está sentada abre la boca y sonríe hacia nuestro lado. El americano, con ganas de practicar su español, le devuelve la sonrisa. Ella es fumadora y tiene unos dientes negros muy calcinados, el americano que no se ha puesto la antitetánica habla con ella manteniendo la distancia. Mientras, Evaristo, aprovecha para enseñarme , quiera o no, las fotos de sus hijas. Dice:

-Son guapísimas que cosa. Que guapas, que guapas.

Las hijas de Evaristo son como él pero con melena y tetas no digo más. Después me cuenta que el vive en Murcia donde tiene una finca. Vive con su mujer, sus perros, su piscina y su huerta.

-¡Ahi tengo todo lo que necesito!

Evaristo es un hombre que parece haber encontrado la felicidad plena en las pequeñas cosas. El sol murciano, la siesta, el tinto de verano y unas hijas con estudios que trabajan en Paris.

Llegamos a Paris…. para llegar hasta la puerta de embarque tengo que recorrer 2km. 4 escaleras, 2 rampitas, 6 cintas, pasar otra vez por el control de pasaporte, control de seguridad, y cuando creo que he llegado aun me quedan 500 metros mas, a cada puerta le dejan 50 metros, vas a la 57, ves la 49, la 50, la 51, que ya llego, escaleras 52,53,54,55,56,57. El vuelo me recuerda a cuando trabajaba en tejas para un judío.. (convirtiendo los domingos su guardería en iglesia y la iglesia en guardería) porque huele a especias,…. ya no están las guiris, ni las culonas, solo estoy yo de españoles. Se me olvidadaba....Por el túnel de embarque veo como un tio subido a un tractorcillo deja mi maleta en medio de la pista y se va. Luego llega otro trabajador y se queda al lado como si le importara un bledo que este allí la maleta, la toca, se apoya en ella, esta aburridisimo. Le digo a un tio de seguridad que mi maleta esta ahí en medio de la pista. Me dice que no me preocupe que la meterán en el avión. No me queda otra que fiarme, pero no me hace gracia que este en medio de la pista mientras un tio le pega mocos. En el avión, dios mio viajar en turista es la agonia, airfrance no pone la calefacción, pone el aireacondicionado, nos pelamos de frio.Por otro lado yo esperaba la tartiflette y nos ponen un menu asqueroso.

Llego a tel aviv, en el control de equipajes hay tipos duros y una chicas majas, me meto en la fila de las majas. Me hacen las preguntas reglamentarias y me dejan pasar. Me quito un peso de encima, tenia el recuerdo de los agentes aduaneros del expresso de medianoche. Me subo un taxi, un tio con muchos arrestos me lleva hasta el hotel. Paseo por la playa, esta todo cerrado, es sabas, me meto en un mejicano, llevo demasiadas horas sin comer, me ponen una margarita supersize, antes de que me traigan la comida ya llevo un cebollazo que para qué. Me como todas las fajitas y vuelvo al hotel del revés. Me quedo ajamacucao en la cama. Estoy hecho polvo.


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